Todo empezó cuando estaba
hablando con un amigo sobre música. Empezamos a discutir sobre si podía medirse
lo bueno o malo que era un artista en función de algún parámetro. Se nos
planteó la idea de que quizá el número de ventas de entrada, discos,
publicidad, repercusión en la gente o su presencia en la radio podría
indicarnos algo. (Hoy se, o creo saber, que no se puede decir que ninguno sea
mejor que otro). Entonces mi compañero de plática defendió que su artista
favorito era mucho mejor que el mío, puesto que el suyo tenía mucho mejores
números que los del mío. Dejemos a un lado la parte anecdótica y pasemos a la
reflexión:
Mucha gente se piensa que
solo se ve en los medios de comunicación como televisión, radio o periódicos,
los temas más importantes o los que deben interesar más. Nos hemos acostumbrado
a que seleccionen la información que debemos recibir. Esto nos lleva a que Cristiano Ronaldo ocupe media hora en un telediario y a que cuando se pregunte
por Rosa Parks se tenga que buscar en la Wikipedia quién fue. Me preocupa que un niño
crezca conociendo la alineación del equipo de fútbol líder de la liga y
admirando lo bien que se lo han montado Rafa Mora y Belén Esteban, y no sepan
la aportación de Martin Luther King o Rigoberta Menchú a lucha por los derechos
de los que hoy disfrutamos. Es más famoso Justin Bieber que José Saramago. Un
niño le dice a su papá “De mayor quiero tener tres coches una casa gigante” y
la respuesta es “Así me gusta hijo, que aspires alto”.
Hemos confundido
importancia con dinero y fama, y en parte es culpa de que en un periódico se
diga que 350.000 personas se manifestaron por sus derechos en Sol y 1.500.000
de personas no pudieron comprar una entrada para el partido del Barcelona (Sean
reales o no esas cifras). Admiramos a Michael Jordan porque pensamos que fue un
héroe, pero desconocemos el nombre del hombre que se puso delante de los
tanques en China.
Quiero concluir diciendo
que no voy a dejar de admirar a personas tan triviales como Kobe Bryan y que no
quiero que ustedes dejen de ver “Mujeres y Hombres y Viceversa”, pero no dejen
de observar lo que ocurre en su entorno solo porque no ocurre delante de su
sofá, asómense a la ventana.