jueves, 23 de abril de 2015

Piensen

¿Hasta qué punto puede una persona estar orgullosa de no cambiar de opinión ante  la de los demás? ¿A caso no es eso negar la existencia de la reflexión y el aprendizaje?

No se puede estar orgulloso de  morir por una idea como muchos piensan, el orgullo está en vivir y disfrutar de ella, y en que el tiempo y la reflexión la desechen cuando se haga vieja. Es mucho más inteligente aprender de buenas ideas ajenas que hayan podido ser mal ejecutadas que rechazar esa idea solo porque al otro le fue mal siguiéndola ¿No?

Se me ocurre aplicar esto, por ejemplo, a las ideas políticas: Hay países en los que la idea de que un político mienta es tan grave que se le forzaría a la dimisión, sin embargo en Europa, los políticos niegan lo evidente sin ningún pudor. Hay otros países en los que existe la idea de que el estado debe garantizar una vivienda digna, alimentación y educación para los menores (Hablo de Corea del Norte). No obstante, se rechazan estas ideas (o se ocultan), solo porque en esos países se dan otras situaciones muy catastróficas, en lugar de adoptarlas y adaptarlas para mejorar nuestra sociedad.

Estoy hablando de aplicar esto a todos los aspectos de la vida. Realmente solo estoy hablando de no conformarse con las normas de pensamiento fáciles, estoy hablando de tumbar los prejuicios ideológicos y de aprender, de pensar. Piensen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario